Debatir acerca del tema del aborto casi siempre implica entrar en el territorio de una polémica en la que se enfrentan dos posturas que parecieran irreconciliables: por un lado, tenemos aquella que se define a partir de un análisis jurídico, científico y social que busca la despenalización defendiendo que las mujeres gestantes poseen un cuerpo sujeto a derechos y la capacidad de elegir sobre él; y por otro, tenemos la opinión que defienden los frentes más dogmáticos y religiosos que pretenden seguir criminalizando a las mujeres que toman la decisión de abortar, aludiendo a razones moralistas y éticas. En múltiples ocasiones, enfrentando esta última postura, hemos puntualizado que, el tema principal del debate en los congresos no debería limitarse a la postura dicotómica y hasta simplista de que “el aborto sea bueno o malo”, puesto que “el debate sobre su moralidad e inmoralidad debe limitarse a las conciencias individuales”. Lo que debe discutirse realmente es si debe ser penalizado...